- 20 Febrero, 2025
- Posted by: CALEV Consulting
- Categoría: Artículos
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Jueves 20 de Febrero 2025.
Sus historias muestran cómo la perseverancia, la pasión y la adaptación son clave para alcanzar el éxito en el mundo del emprendimiento.
Carlos Aravena (Poliglota) estaba convencido de que las personas podían aprender idiomas de manera más efectiva si lo hacían en un ambiente social y relajado. Jaime Torres (UNK) descubrió un nicho en la automatización de temperatura para la industria alimentaria. Francisco González (Regalariza ) vio una oportunidad para transformar la cobranza y ayudar a las personas a salir de sus deudas. Tres caminos distintos, un mismo punto en común: todos tuvieron que fracasar antes de encontrar el éxito. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), las micro, pequeñas y medianas empresas en Chile enfrentan una tasa de sobrevivencia promedio de 48.7%, es decir, menos de la mitad sobrevive más allá de los primeros cinco años. En esta realidad, el emprendimiento sin duda es sinónimo de incertidumbre. Quienes se aventuran en este camino saben que los errores y los tropiezos son inevitables. Sin embargo, no todos logran sobreponerse y convertir esos fracasos en nuevas oportunidades. Pero, ¿qué marca la diferencia entre quienes abandonan y quienes logran consolidar sus negocios? Reinventarse o desaparecer Enfrentaron crisis, tomaron decisiones difíciles y estuvieron al borde del cierre, pero supieron adaptarse, aprender y reinventarse. Carlos Aravena, CEO y fundador de Poliglota, recuerda el golpe que significó la pandemia para su negocio. Su empresa, que había crecido con clases presenciales en cafés y bares, vio desaparecer su modelo de enseñanza en cuestión de días. “Nos enfrentamos a la posibilidad real de desaparecer”, admite. En lugar de rendirse, su equipo decidió transformar Poliglota en una EdTech -empresa tecnológica de educación-, apostando por la enseñanza digital. El cambio no fue inmediato ni sencillo. Al principio, no sabían si los alumnos aceptarían la nueva modalidad, pero con el tiempo descubrieron que podían llegar a más personas y expandir su impacto. “Lo que parecía una crisis insuperable terminó siendo nuestra gran oportunidad. Si la pandemia no nos hubiera obligado a reinventarnos, quizás nunca habríamos descubierto el potencial de la enseñanza online”, reflexiona Aravena. Hoy, Poliglota ofrece clases de inglés, francés, portugués, italiano y alemán, y ha logrado escalar su negocio a más de 50.000 estudiantes. “La clave fue adaptarnos rápido y rodearnos de un equipo comprometido con la visión”, agrega. Fracasar sin perder el entusiasmo Jaime Torres, CEO de UNK, tiene una visión clara sobre el emprendimiento, para él es: “un camino de ensayo y error constante. Lo importante es saltar de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Su empresa, que desarrolla soluciones tecnológicas para la gestión de temperatura en la industria alimentaria, nació de una necesidad específica de un cliente. Sin embargo, los primeros intentos fueron un desastre, cuenta el emprendedor. “Los dispositivos que instalamos en McDonald’s funcionaron solo cinco días y luego dejaron de transmitir datos. Fue un fracaso total”, recuerda. El momento de la verdad llegó cuando tuvieron que presentarse nuevamente ante el cliente con una nueva versión de la tecnología. “Tenía vergüenza de volver a pedir que probaran nuestros equipos, pero nos armamos de valor. Para nuestra sorpresa, nos dieron otra oportunidad y hasta nos pagaron por el servicio”, cuenta Torres. Lo que parecía un tropiezo terminó siendo una lección invaluable sobre innovación y persistencia. “La tecnología requiere prueba y error. El 99 % de las veces fallas, pero el 1 % de éxito es lo que cambia todo”, asegura. Cerrar un negocio para construir otro mejor Para Francisco González, CEO de Regalariza, el fracaso más duro de su carrera fue tener que cerrar un emprendimiento anterior. Antes de fundar su empresa actual, intentó lanzar una plataforma B2B para contact centers, pero la falta de financiamiento y el estallido social en Chile truncaron sus planes. “Cerrar un negocio es una de las decisiones más difíciles para un emprendedor. Invertí tiempo, esfuerzo y recursos, pero entendí que seguir adelante sin una base sólida solo generaría más problemas”. Francisco González, CEO de Regalariza En lugar de abandonar el mundo del emprendimiento, decidió aprender de la experiencia y prepararse mejor. Cuando nació Regalariza, lo hizo con una estructura más robusta y un equipo altamente calificado. “La gran lección fue que no puedes hacerlo solo. Esta vez, reuní a un equipo con experiencia en grandes compañías como Coca-Cola, Rappi y Mercado Libre, y eso nos permitió crecer de manera sostenible”, afirma. Regalariza, ahora opera en Chile, Perú y Colombia, ofreciendo soluciones digitales para ayudar a las personas a regularizar sus deudas morosas con descuentos exclusivos y educación financiera. “Si no hubiera fracasado antes, no habría construido este negocio con una estrategia más sólida”, admite González. El fracaso no es el final “El fracaso no es el final, es una etapa del proceso”, dice el fundador de Poliglota. “Lo importante es aprender rápido, adaptarse y seguir adelante. No tengan miedo de cambiar de rumbo si es necesario. Lo que hoy parece un problema insuperable, en el futuro puede convertirse en la mejor oportunidad de crecimiento”. Emprender es tomar riesgos, desafiar lo establecido y construir soluciones que impacten. “Si realmente crees en tu idea, sigue empujándola, rodéate de personas que compartan tu visión y ten la humildad de aprender de cada obstáculo”, cuenta con entusiasmo González. El éxito muchas veces no llega en el primer intento, pero cada experiencia prepara al emprendedor para hacerlo mejor la próxima vez, concluyó.
Fuente: Emol.com
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